Ayer, 10 de octubre, fue el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha clave para reflexionar juntxs sobre lo que ella implica, sobre el espacio que le damos en nuestro día a día y para revisar el nivel de conciencia social que existe en torno a algo que nos impacta a todxs y a diario.
La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Se convierte en un eje de opresión social en el momento en que se invisibiliza, se desvaloriza y se impide un acceso real a la atención sociosanitaria en cuanto a salud emocional y psicosocial. Asimismo, el ritmo frenético y productivo de la sociedad en que vivimos no permite espacios para la misma, contrarias a los biorritmos naturales, lo que da lugar a actitudes como la ‘‘happycracia’’, y el peso del tabú sobre la salud mental.
Por ello es importante la fuerza de la unión, la colectivización de los cuidados y de la salud emocional y psicosocial, así como la creación de redes de apoyo mutuo para desmantelar las opresiones estructurales y sistémicas en relación a la salud mental. ¡Juntxs somos más fuertes!